Urbanismo táctico. El caso del DERRUMBE
El urbanismo táctico refiere a la capacidad de los individuos de organizarse y producir micro-espacios de participación y autodeterminación ciudadana. Una nueva escala de representatividad, donde la gestión intrapersonal y la agencia social de los sujetos juega un papel fundamental a los efectos de producir ´presencia´ de lo común por sobre los procesos de urbanización impulsados por la gestión centralizada o aquellos basados en el predominio de la renta.


































Ocupar temporalmente un territorio, entendiendo el territorio como un organismo multidimensional, infinitamente más complejo que el uso convencional que se ha hecho del término, implica también, redefinir sus lógicas de poder y reclamación. Estos espacios son aquellos que permiten a los no-empoderados de los procesos de construcción de ciudad, hacer su propia historia a través de la generación de múltiples marcos normativos, políticos, sociales y culturales. En este sentido, pensamos en la promoción de la diversidad, el intercambio ciudadano, el acceso irrestricto y la gestión del interés colectivo, como elementos susceptibles de propiciar condiciones de igualdad, entre los individuos y para con la ciudad.
En este sentido, santa fe como cualquier ciudad, presenta ausencias, o por caso, este tipo de presencias ociosas, en descanso o en latencia y, por lo tanto, con alta capacidad de ser activados como espacios de promoción de civismo. Nos propusimos abordar de manera independiente la paradójica proliferación de espacio privado y luego espacio privado ocioso
Llamamos derrumbe al primer experimento de urbanismo táctico que auspiciamos como colectivo de trabajo. Como estrategia, se propuso un ejercicio de ocupación responsable sobre un espacio ocioso de carácter privado. conseguimos una casa, en un lote urbano que estaba próximo a demolerse, gestionamos los permisos necesarios y durante un par de meses, lo preparamos, lo acondicionamos, para que se comporte como espacio público. Auspiciamos un evento de acceso irrestricto fundado en un espacio de dominio privado, alterando el límite entre las dos esferas entre las que, presuntamente, se desenvuelve la vida humana.
Pensamos que demoler la fachada de esa casa, iba a darle continuidad a la vereda, a la calle. la iba a convertir, en una extensión de espacio público. rompimos el límite para que tácitamente, la casa provocara a cualquiera, a acercarse, a participar, como se participa en la vereda, en la calle, o en la plaza. Esta primera intervención física y a la vez simbólica sería ante todo una operación de inserción en el tejido urbano de un objeto de alteridad, de extrañamiento, la consolidación de un nuevo territorio, de un espacio de género desconocido, entre lo público y lo privado (1) (espacio trans). Transformado el espacio y transgredido su carácter, generamos un usuario en las redes sociales, recuperando algunos caracteres simbólicos y construyendo otros nuevos: el derrumbe ya tenía un perfil público, una foto identitaria, y un llamamiento: Una convocatoria abierta al público. Nos propusimos, entonces, tomar el papel de “placeros” de este nuevo territorio, coordinando y brindando el soporte necesario para que las actividades e intervenciones de invitados y autoconvocados se sucedieran de manera espontánea y natural.
Las operaciones sobre el inmueble interpretaron el curso inevitable hacia la demolición, hacia la desaparición física que se había sentenciado para esa casa. Era necesario imaginar el urbanismo, en sentido inverso, en formato de cuenta regresiva, el derrumbe sería un componente de ocupación táctica, habitando antes el tiempo que el espacio
Hicimos un regalo a la comunidad. les regalamos un territorio nuevo. Con esa invitación pública, viralizamos los eventos en las redes, e invitamos a ciudadanos y vecinos y público en general a que se acerquen al derrumbe, a participar con lo propio y con lo de cada uno, en una experiencia colectiva. Fue una experiencia masiva de propulsión cívica y arte urbano. Nos dimos, entre todos, muy intensamente, y durante cinco semanas, una gran cantidad de regalos.
El derrumbe colaboró con la comunidad sumando nuevos vínculos, y fortaleciendo las redes existentes. las redes más orgánicas al sistema de ocupación con las que se relacionaba el experimento.
En términos más amplios, circuló una lógica de regalos, en la que se consiguió, ocupando intensamente un espacio, una manera distintivamente gratuita, de establecer contact_to con los vecinos, siendo frentistas, en una cuadra de llenos, a la que le regalamos una gran ventana. Una ventana hacia el futuro. hacia una ciudad en la que la gestión del espacio se enfoca en la carga programática, en la tracción participativa de la comunidad, en el proceso colectivo de construcción de lo urbano.
Memoria de los autores, colectivo t_t // grupo de contacto.